La humanidad juega a la ruleta rusa con el único planeta que tiene: Mario Molina

Al dictar su primera Cátedra como Profesor Extraordinario de la UNAM, el Premio Nobel de Química 1995, Mario Molina, advirtió que “estamos jugando a la ruleta rusa con el único planeta que tenemos”, por lo que de continuar con la tendencia actual de emisión de gases de efecto invernadero, podría haber consecuencias catastróficas.

Ante cientos de estudiantes de la Facultad de Química de la UNAM, que se congregaron en los auditorios y el vestíbulo del Edificio A para seguir la conferencia del Nobel, Mario Molina expuso que es altamente irresponsable que la sociedad, con base en ciencia bien establecida, continúe tomando este riesgo.

Si continuamos con lo que estamos haciendo hoy en día y seguimos sin un acuerdo internacional para reducir emisiones, lo preocupante es que existe más de una probabilidad en cinco de que la temperatura suba cinco o seis grados, refirió el Nobel, quien estuvo acompañado por el Director de la FQ, Jorge Vázquez Ramos, así como por el ex rector Francisco Barnés de Castro, directores de otras entidades universitarias, Profesores Eméritos, integrantes del Patronato de esta entidad y profesores.

“Habrían cambios gigantescos sobre los que no cabría siquiera especular”, dijo el especialista, pero aclaró que se podrían cambiar a un precio reducido.

Durante la conferencia Problemas ambientales globales, realizada el 4 de marzo en el Auditorio A de la FQ, la cual fue transmitida en vivo por TVUNAM, Molina ofreció un panorama sobre los estudios ambientales en cuanto al daño a la capa de ozono de la estratosfera por efecto de los clorofluorocarburos (CFCs), que le valieron el Nobel, y expuso la problemática mundial por el cambio climático.

El científico mexicano enfatizó que la investigación, desarrollada junto con F. S. Rowland, permitió el establecimiento del Protocolo de Montreal para eliminar el uso de CFCs, “lo cual demuestra que el conocimiento científico puede contribuir a la resolución de problemas globales”; sin embargo, el problema del cambio climático aún es un tema pendiente, donde están en juego intereses políticos y económicos, que podría tener graves consecuencias para la sociedad.

Durante su exposición, realizada en el marco de los festejos por el 50º Aniversario de Posgrado en la FQ, Mario Molina destacó que la atmósfera terrestre es delgada y vulnerable, y que si se emiten gases estables que permanezcan un tiempo en ella, causan cambios a escala global.

Explicó que en la estratosfera existe, a 10 kilómetros de altura, una capa de ozono que absorbe energía y calienta la temperatura, en la cual se quedan atrapados los contaminantes. Este ozono, agregó, tiene la propiedad de absorber con eficiencia la radiación ultravioleta del sol, “lo que permitió que la vida como la conocemos pudiera evolucionar”.

El adelgazamiento de esa capa haría que aumentara la radiación ultravioleta en la superficie terrestre, con consecuencias para la salud de los seres vivos, entre ellas el cáncer de piel.

El trabajo de investigación realizado por los científicos en la década de 1970, concluyó que los CFCs permanecían en la estratosfera y que su descomposición adelgazaba la capa de ozono, lo que permitía un mayor ingreso de rayos ultravioleta al planeta. Con esta base científica se pudo establecer el Protocolo de Montreal en 1987, a través de la Organización de las Naciones Unidas, un acuerdo mundial para dejar de producir los CFCs y sustituirlos por otros compuestos menos dañinos.

Cambio climático

En la segunda parte de su Cátedra, Mario Molina dijo que actualmente existe el problema global de que la sociedad continúa emitiendo gases (como el dióxido de carbono) que afectan a la atmósfera. “En este caso no se ha podido llegar a un acuerdo internacional porque se ha polarizado el tema y ha habido campañas contra la ciencia ambiental que han retrasado una solución”.

Apuntó que existen mitos que han impedido un pacto internacional en materia de cambio climático, como el hecho de que se diga que los expertos no están de acuerdo en este tema, “lo cual es falso, pues más del 97 por ciento de los científicos en el mundo consideran que si no se atiende este problema puede haber cambios extremos en el clima, a consecuencia de los gases de efecto invernadero, que ya están modificando las condiciones de la atmósfera”.

Otro mito, agregó el Nobel de Química, es que los combustibles fósiles no se pueden dejar de usar, “sí se pueden sustituir poco a poco y, si se hace de manera inteligente, no sería tan costoso, como sí lo sería si no se afronta el problema”.

Ante cuestionamientos de estudiantes y medios de comunicación presentes en la Cátedra, refirió que ya se advierte el impacto del cambio climático, “por ejemplo, en cambios extremos de clima, inundaciones más frecuentes y ondas de calor, todo lo cual podría empeorar”.

Asimismo, indicó que México es vulnerable ante dicha modificación, porque tiene muchas costas, sin embargo, sostuvo que el país está funcionando con liderazgo para empujar un acuerdo regional ante el problema, “aunque aún no es suficiente lo que se ha avanzado”.

En nuestro país, concluyó, “se empieza a utilizar la energía eólica, pero falta trabajar en cuanto a la solar. La reciente reforma energética no afronta directamente el problema del cambio climático, pero a futuro sí se aspira a hacer algo en este sentido. Hay noticias positivas de que vamos por buen camino, pero se debe trabajar más con el sector privado, así como con la Comisión Federal de Electricidad y PEMEX”.

Trayectoria

Mario Molina es ingeniero químico egresado de la Facultad de Química de la UNAM. Realizó estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania, y obtuvo el doctorado en Fisicoquímica por la Universidad de California en Berkeley, EU. Es pionero a nivel mundial en estudios de Química atmosférica. Fue coautor, junto con F. S. Rowland en 1974, del artículo original que predijo el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de clorofluorocarburos (CFCs), lo que les mereció el Premio Nobel de Química.

Posteriormente, sus investigaciones y publicaciones sobre el tema condujeron al Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas, primer tratado internacional que ha enfrentado con efectividad un problema ambiental de escala global y de origen antropogénico.