Buscan generar biocombustible con desechos agroindustriales

Proyecto internacional financiado por la Comisión Europea

Un grupo de académicos de la Facultad de Química de la UNAM trabaja en la búsqueda de una tecnología que pueda generar etanol de segunda generación, a fin de obtener biocombustible a partir de recursos agroindustriales.

Éste es el objetivo principal de BABET-REAL5, proyecto del Programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea que reunió, el pasado 22 de septiembre en la Unidad de Seminarios Ignacio Chávez, a 35 científicos de Europa y América Latina, todos ellos especialistas en las áreas energética, económica y ambiental.

El consorcio BABET-REAL5, financiado por la Comisión Europea, está integrado por la Facultad de Química de la UNAM y el Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente de México; el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) de España, además de diversos laboratorios de investigación académica, empresas comerciales, autoridades europeas, regionales y locales en el ramo de la energía. Todas estas instituciones coordinadas por el Instituto Nacional Politécnico de Toulouse, con sede en Francia.

En esta reunión de trabajo, los investigadores procedentes de ocho países presentaron avances del proyecto. Explicaron cómo se desempeñaron los diferentes desechos agroindustriales en pruebas preliminares antes de su posible conversión en etanol; entre los desechos utilizados destacan los del agave azul, la cebada y el maíz.

En esta investigación, que lidera la UNAM a través de la Facultad de Química, participan los siguientes académicos: Óscar Hernández Meléndez, Carmina Montiel Pacheco, Martín Hernández Luna y Eduardo Vivaldo Lima, todos coordinados por Eduardo Bárzana García, quien también es integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM.

Bárzana García explicó en entrevista que el objetivo es aprovechar los residuos agroindustriales, darles un valor y convertirlos en un producto de interés económico y social.

El beneficio de utilizar etanol, agregó Eduardo Bárzana, es que forma parte de las energías renovables. El etanol se ha utilizado durante varias décadas como biocombustible, sobre todo en Estados Unidos (principalmente el de primera generación, el cual proviene del almidón del maíz y es mucho más fácil de tratar); sin embargo, existe un conflicto moral sobre si los granos deben emplearse para la alimentación o para la generación de energía.

De esta forma, surgió la propuesta para que el etanol de segunda generación emplee desechos y no compita con los alimentos, lo cual “tiene ese gran atractivo”. No obstante, la biomasa en los residuos agroindustriales es más complicada de tratar, por ello, enfatizó el universitario, se debe investigar a profundidad para realizar estos procesos y validarlos desde el punto de vista ambiental, energético y económico.

BABET-REAL5 es un consorcio integrado por especialistas que buscarán, durante 48 meses (de febrero de 2016 a enero de 2020), demostrar que es posible diseñar un modelo de planta pequeña que pueda ser construida de manera sencilla en comunidades rurales y que la energía producida sea utilizada en dichas regiones.

En la ceremonia de inauguración, el Director de la Facultad de Química, Jorge Vázquez Ramos, aseguró que esta reunión es un evento notable, en el cual investigadores de diferentes países discuten sobre uno de los principales problemas del progreso humano: los desechos generados por las distintas actividades. Por ello, resaltó la importancia de abordar estas problemáticas, pues la biomasa que queda como sobrante, puede ser transformada en algo útil.

El trabajo realizado por los participantes en este proyecto es valioso, pues están en la búsqueda de un desarrollo tecnológico que sea conveniente y accesible. Esta aplicación tiene un importante componente social porque podría generar riqueza y dar empleo a la gente de las zonas rurales, concluyó.