La Facultad de Química, cien años de orgullo universitario: Enrique Graue

La Facultad de Química es motivo de orgullo para la Universidad Nacional: su oferta académica y cultural, sus avances en investigación, sus importantes programas de educación continua, los nuevos ímpetus que se han hecho hacia la vinculación, sus distinguidos egresados y sus comprometidos académicos son muestra de lo que se ha logrado con el trabajo constante, aseguró el Rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, durante la presentación del libro Historia de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su primer siglo: 1916-2016.

Como parte de los festejos por el primer centenario de la Facultad de Química de la UNAM, se presentó este martes el volumen –cuyos editores son los profesores Andoni Garritz Ruiz, ex director de la FQ y José Luis Mateos Gómez, Profesor Emérito– que aborda el primer siglo de esta Facultad, desde su fundación en 1916 hasta la fecha, un periodo de grandes cambios, tanto en la vida política y económica del país, como en lo social y lo cultural.

En la presentación –realizada en el Auditorio B de la FQ, donde estuvieron presentes autoridades universitarias, profesores eméritos, alumnos, docentes y patronos, así como el Premio Nobel de Química, Mario Molina, y el Premio Príncipe de Asturias, Francisco Bolívar Zapata, ambos egresados de la Facultad–, Enrique Graue también señaló que al celebrar el aniversario cien, se festejan los esfuerzos fundacionales, el empeño de esta comunidad y el avance de las ciencias químicas.

“En la Química –añadió– se concibe un sinfín de oportunidades de desarrollo, en ella están los avances que pueden hacer de este mundo un lugar más habitable. Están las fórmulas para preservar el medio ambiente y el aire que respiramos, y están las respuestas para hacer más sustentable y saludable la vida. Es una ciencia inacabada, inacabable y en constante superación. Resultaría inconcebible el desarrollo de la Medicina, de la Biología, las ingenierías, la Biotecnología o la Física, sin la presencia de las ciencias químicas”.

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Asimismo, el Rector sostuvo: “cien años se dicen fácil, pero la Facultad de Química es el resultado de un largo esfuerzo iniciado por sus fundadores que con convicción pusieron los primeros cimientos. Es también el resultado de la pasión y dedicación de alumnos y ex alumnos, de los trabajadores y académicos que hoy siguen haciendo avanzar este proyecto educativo”.

Graue se refirió además a la publicación del libro conmemorativo como una forma de reconocimiento y honra por el primer centenario de una institución académica que inició en un contexto histórico muy complejo: “No eran tiempos sencillos, no lo eran para el país, para la universidad ni para la sociedad en su conjunto. Nos debatíamos en luchas por la nación. Eran épocas de inestabilidad política, de escasez, de desempleo y carencia educativa. No obstante, en 1916 se abrieron las puertas al estudio de esta ciencia”.

Posteriormente, destacó que la Escuela de Química que comenzó con un pequeño laboratorio en el edificio de Tacuba, hoy en día ofrece cinco licenciaturas y varios posgrados que en conjunto han formado a decenas de miles de estudiantes.

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Por su parte, el Premio Nobel Mario Molina destacó la importante labor que ha desempeñado la Facultad de Química a lo largo del tiempo, en específico la estrecha conexión que tiene la institución con la industria y su desempeño en la investigación e innovación científica. Al respecto comentó: “El desarrollo económico de los países, en buena medida, es afectado por la inversión y la efectividad con la que se hace investigación científica. Esto es particularmente importante en la Química, porque como ciencia ha tenido un impacto considerable en el progreso de la civilización”.

El destacado científico recordó su estancia como estudiante de licenciatura, la elaboración de su tesis en el Instituto de Química y el apoyo que brindó en el área de posgrado con cursos para la formación de ingenieros en Química. Subrayó además la importante labor que desempeñan los profesores de la FQ al involucrar a los estudiantes en el desarrollo de investigaciones, con lo que permiten el avance del conocimiento.

Mario Molina refirió como una experiencia extraordinaria el haber estudiado en la FQ y poder contribuir con ésta al reunirse ocasionalmente con estudiantes, pues es necesario continuar con los esfuerzos para “explicarle a la sociedad lo importante que es la Química para el progreso de la sociedad”. Finalmente, invitó a los universitarios a seguir trabajando en la investigación, a seguir siendo creativos para ayudar al progreso económico del país, a través de esta disciplina.

Consolidación y retos

Durante su intervención, Jorge Vázquez Ramos, Director de la FQ, dijo que hablar de una Facultad que nació en una etapa de la historia de México en la que el propio país estaba renaciendo es complicado: “¿Quién en plena guerra revolucionaria, en un México convulso, decide que es tiempo de crear una escuela de Química? Don Juan Salvador Agraz y muchos otros idealistas y entusiastas, quienes lograron lo que parecía imposible”.

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El libro, agregó, narra que de una construcción casi en ruinas en Tacuba surgió la Escuela Nacional de Química Industrial (ENQI), enfocada en un principio a apoyar el incipiente sector industrial con personal técnico calificado. Esta Institución se consolidó con los años y surgieron áreas como Farmacia e Ingeniería Química; posteriormente, fue fundamental durante la Expropiación Petrolera.

“También se describe en el volumen que el traslado a Ciudad Universitaria significó un crecimiento en todos sentidos para la Facultad, tanto en espacios físicos como en población humana que no ha parado hasta la fecha. En los últimos 40 años, la entidad se volvió un poderoso bastión de la investigación en la UNAM y, gracias al Patronato, que ha dotado a la FQ de un impulso vinculador, el conocimiento generado se vuelca hacia los sectores social y productivo”, expresó el Director.

Indicó también que muchos han sido los cambios, pero también los retos: “¿cómo atender de manera integral a los miles de alumnos?, ¿cómo mantener la investigación de vanguardia sin olvidar que somos una Facultad?, ¿cómo regresar a esos orígenes en los que desde la Química se resolvían problemas de la sociedad?”.

“Estamos obligados a atender y resolver estos retos y todos los nuevos que surjan. Nuestra historia, descrita en este hermoso libro del Centenario demuestra que somos capaces, que sabemos ir de la mano con el futuro”, expuso. Finalmente, Jorge Vázquez expresó un especial agradecimiento “a dos pilares de la Facultad: los doctores Garritz y Mateos, artífices de este libro”.

Más adelante, Helgi Jung Cook, profesora de carrera de la FQ, recordó que la primera generación de la actual Facultad de Química estuvo constituida por cerca de 70 alumnos; en 1924, la población alcanzó 639 alumnos; mientras que en la actualidad el número de estudiantes es de alrededor de 7 mil 500, más 500 de posgrado, aproximadamente.

Para fortalecer los aspectos de formación profesional y de compromiso social, los planes de estudio de las diferentes carreras se han estructurado a lo largo del tiempo, añadió. “Ya no existe la fábrica de jabón ni el taller de carpintería, pero en la actualidad se cuenta con una sólida infraestructura para mantener esta tradición de prácticas de laboratorio, que es una de las fortalezas de nuestra Facultad”.

La docencia, dijo Helgi Jung, ha sido un pilar fundamental para la institución: en todas las épocas, los egresados con su sólida preparación han ocupado puestos líderes en empresas e instituciones como Pemex o entidades de salud y diferentes oficinas gubernamentales. Estos egresados, sostuvo, han influido en la transformación industrial del país, mientras que los egresados de los programas de posgrado han fortalecido la planta docente de instituciones de educación superior.

“El libro muestra que la institución ha pasado también por diversas vicisitudes y dificultades, pero, sobre todo, nos muestra que es el trabajo, la generosidad, el atrevimiento para lograr cambios, la grandeza en la imaginación, la búsqueda de la verdad, así como el rigor en la docencia lo que ha dado lugar a que nuestra Facultad sea la primera y la más reconocida en su especialidad en América Latina”, concluyó Jung.

El Profesor Emérito César Rincón Orta se refirió al papel fundamental que desempeñó Juan Salvador Agraz, hace un siglo, como fundador de la ENQI en el pueblo de Tacuba. También resaltó que éste intentó en tres ocasiones la creación de la primera escuela de Química, sin lograr su objetivo, debido a la inestabilidad política y económica del país. Sin embargo, el 24 de diciembre de 1915, Félix Palavicini, Oficial Mayor de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, nombró a Juan Salvador Agraz como director fundador.

No obstante, desde el nombramiento oficial de Juan Salvador Agraz, el diseño de la institución no fue sencillo, apuntó César Rincón Orta a la comunidad universitaria: “Durante varios meses, el primer Director se tuvo que enfrentar a los cambios de gobierno y a los retos presupuestales, a tal grado que el propio fundador tuvo que vender parte de sus propiedades, proporcionar dinero de su bolsillo y donar un laboratorio para que las nuevas instalaciones fueran óptimas para el estudio de la Química”. Estos esfuerzos permitieron a Agraz lograr su cometido y la Escuela fue formalmente inaugurada el 23 de septiembre de 1916.

En el recorrido que realizó el Profesor Emérito de los capítulos del libro, resaltó algunos aspectos de la vida universitaria a lo largo del tiempo. Recordó cómo en la década de los cuarenta se realizaban las “novatadas” a los alumnos de primer ingreso y cómo estas prácticas perduraron a lo largo del tiempo.

En su intervención, Rincón Orta, dedicó unas palabras en memoria del profesor Andoni Garritz Ruiz, editor del libro y quien no logró ver esta obra terminada debido a su fallecimiento el pasado 17 de julio de 2016. “Reconocemos y recordamos a este gran maestro, editor de libros y revistas educativas, quien dedicó su vida a enseñar y cultivar nuestra amistad y afecto, lo cual logró ampliamente”. Agregó que “esta obra será un tributo de su presencia entre nosotros, por lo cual, desde ahora reconocemos su talento y personalidad”.

En la presentación del libro también estuvieron presentes Leonardo Lomelí Vanegas, Secretario General de la UNAM, y José Luis Mateos Gómez, Profesor Emérito de la FQ y editor del volumen.

El libro

En el volumen –el cual consta de ocho capítulos y un anexo, con una extensión de 440 páginas, editado por la Coordinación de Comunicación de la FQ–, se recuerda que la hoy Facultad de Química, ENQI en sus orígenes, fue el primer centro educativo específicamente dedicado a la Química en el país.

También se apunta que es innegable su influencia histórica en el desarrollo de la industria química nacional a través de sus ex alumnos, quienes desempeñan tareas fundamentales en empresas e instituciones estratégicas del país.

El contenido de esta obra se estructuró en tres partes, la primera de ellas, La Historia, reúne en los tres capítulos iniciales un recuento cronológico del centenario; la segunda, Los logros del siglo, desglosa los tres principales rubros en los que se comprueban los resultados del trabajo realizado: la educación, la investigación y nuestros egresados.

En la tercera parte, Pensando en el futuro, se plantea la estrategia educativa y cómo se vislumbra el porvenir de la Química. Finalmente, se incluye también un Anexo con los Planes de estudio del siglo.

Los capítulos del libro son los siguientes:
• Capítulo 1. Los primeros 40 años: 1916-1956, por José Luis Mateos Gómez.

• Capítulo 2. Los siguientes sesenta años: 1956-2016, por Andoni Garritz Ruiz, Felipe León Olivares y Felipe Cruz García.

• Capítulo 3. Nuestros últimos directores nos relatan su labor, por Francisco Barnés de Castro, Andoni Garritz Ruiz, Enrique Bazúa Rueda, Santiago Capella Vizcaíno, Eduardo Bárzana García y Jorge Vázquez Ramos.

• Capítulo 4. La Educación, por Raúl Garza Velasco.

• Capítulo 5. La Investigación, por Felipe Cruz García.

• Capítulo 6. Nuestros Egresados, por Carlos Galdeano Bienzobas y Adriana Myriam Gómez Morales.

• Capítulo 7. La estrategia educativa, por José Antonio Chamizo Guerrero.

• Capítulo 8. La Química en el siglo XXI, por Andoni Garritz Ruiz, José Luis Mateos Gómez y Felipe Cruz García.

En el primer capítulo, correspondiente a las cuatro décadas iniciales (1916-1956), se describen los avatares de la fundación, desde antes de la Revolución Mexicana y cómo, en medio de un conflicto armado, surgió una Escuela de Química como proyecto nacional.

El capítulo 2 aborda los siguientes 60 años (1956-2016) y relata la creación del posgrado desde sus inicios en el Instituto de Química (construido en 1941), hasta que en 1965 pasó a depender de la Facultad, debido a la reorganización académica de la UNAM en esa época. Se advierten ahí las etapas de revisión y ampliación de los grupos de trabajo, la formación de investigadores y el crecimiento de su infraestructura.

En el capítulo 3, los últimos directores (Francisco Barnés de Castro, Andoni Garritz Ruiz, Enrique Bazúa Rueda, Santiago Capella Vizcaíno, Eduardo Bárzana García y Jorge Vázquez Ramos) hablan sobre su respectivo periodo al frente de la Dirección de esta Facultad, la situación particular en esos años, su crecimiento, los retos enfrentados, así como sus éxitos y preocupaciones.

Como corolario sobre los logros y trascendencia del quehacer en el siglo que se cumple, el capítulo 4 hace una reflexión a partir del análisis de la estadística sobre el número de egresados en las cinco carreras de licenciatura.

En este mismo sentido, el capítulo 5 aborda el posgrado, así como la investigación y las publicaciones indizadas. Las cifras de licenciatura y posgrado rondan los 50 mil egresados, 700 alumnos con maestría y 300 con doctorado.

Son precisamente los graduados quienes permiten ver la misión cumplida en su desempeño en la investigación, la docencia y el desarrollo industrial de México, por ello en el capítulo 6 se mencionan a unos cuantos de los más distinguidos ex alumnos, pues sería imposible incluir en tan poco espacio a aquellos que con su labor diaria, profesional y honesta, colaboran en distintos ámbitos en el crecimiento de empresas e instituciones.

En el capítulo 7 se reflexiona sobre la estrategia educativa y los cambios más importantes registrados en el contenido de los diversos planes de estudio manejados en el transcurso del tiempo, además del equilibrio entre los distintos tipos de enseñanza: lo teórico y lo experimental, las variadas formas de graduar a los alumnos, la importancia de exigir el desarrollo de tesis durante decenios y otras estrategias.

El capítulo 8 mira hacia el futuro: externa, por un lado, el optimismo de que la Química a nivel mundial, por sus características como Ciencia Básica, debe seguir siendo la ciencia que más colabore para el futuro de la humanidad y en la solución de sus problemas; por otro lado, se comentan los cambios generados en el planeta y el desequilibrio entre la generación y el consumo de productos químicos, además de los aspectos positivos y negativos de globalizar a la industria para el futuro de los egresados.

Finalmente, en los Anexos, se listan los diferentes planes de estudio que han evolucionado a lo largo de los años, en el afán de impartir al alumnado sólidos conocimientos de vanguardia que los haga ser altamente competitivos.