Estudiar la microbiota intestinal arrojaría información sobre la obesidad y sus complicaciones metabólicas

La microbiota intestinal humana, compuesta por alrededor de 100 mil millones de bacterias de más de mil especies ubicadas en el intestino y colon, podría arrojar información para entender la obesidad, una de las enfermedades que más se ha extendido en los últimos años en México y que más recursos consume en el sector salud.

La importancia de estudiar este padecimiento en edades tempranas, indicó el profesor del Departamento de Biología de la Facultad de Química (FQ), Samuel Canizales Quinteros, radica en que nuestro país presenta una de las mayores prevalencias de obesidad infantil a nivel mundial.

El impacto de la obesidad ha llegado a tal nivel, refirió el académico, que en la actualidad se registra una epidemia de padecimientos relacionados con el metabolismo, como la diabetes y enfermedades cardiovasculares (primeras causas de muerte en el país), donde la obesidad es uno de los principales factores de riesgo, entendida ésta como un desequilibrio entre ingesta calórica (lo que se come) y el gasto energético (las actividades realizadas).

Recordó que, junto con su equipo de investigación, ha realizado diversos estudios en población infantil, en donde “nos interesaba ver si había alteraciones metabólicas ocasionadas por la obesidad y, en efecto, encontramos una mayor incidencia de presión arterial elevada y también alteraciones en el perfil lipídico en niños obesos. Es decir, se identificó que los menores con alteración de peso claramente presentan alteraciones metabólicas”.

Cuando un niño presenta obesidad, explicó, tiene 40 veces más riesgo de sufrir una alteración metabólica. Sin embargo, reveló, un porcentaje de niños obesos no tiene complicaciones metabólicas de este tipo, fenómeno conocido como obesidad metabólicamente sana.

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Si bien en este padecimiento, agregó Canizales Quinteros, hay una predisposición genética, ésta explica solo una parte del riesgo al desarrollo de obesidad y complicaciones metabólicas. Es por ello, que nuevas estrategias científicas que contribuyan al conocimiento del origen de la obesidad son necesarias.

Microbiota

El estudio de la microbiota intestinal humana y su relación con padecimientos metabólicos es un área de investigación reciente en el mundo, pues en países desarrollados inició hace siete u ocho años, mientras que en México Canizales Quinteros —quien también es investigador de la Unidad Periférica de Genómica de Poblaciones Aplicadas a la Salud, de la FQ en el Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN)— es uno de los pocos científicos en México que trabajan en este campo.

En la actualidad, comentó el especialista, “tratamos de entender cómo funciona la microbiota intestinal y cómo es su interacción con el ambiente, además de su importancia en relación con enfermedades como la obesidad”

“Las bacterias de la microbiota intestinal están consideradas como un superorganismo y constituyen un kilo de nuestro peso. Se le considera equivalente al hígado por su importancia metabólica. Tienen la capacidad de obtener más energía de los alimentos, de la que el organismo puede conseguir. Asimismo, son clave en la maduración del sistema inmunológico”, expuso.

No es un sistema estable, apuntó el investigador, sino cambiante; “cuando nacemos la adquirimos de la madre o del ambiente. En niños amamantados por ejemplo, abundan las bacterias transmitidas por la leche materna”. Asimismo, dijo que la microbiota intestinal cambia de acuerdo con la dieta.

Respecto a sus estudios en población infantil, el grupo de investigación de Samuel Canizales analizó tres grupos de estudio: niños delgados, niños obesos metabólicamente sanos y niños obesos con síndrome metabólico.

“Aquellos con complicaciones metabólicas presentaron menor diversidad de microbiota, pues ésta pierde su diversidad en presencia de enfermedades como la obesidad”, así como una disminución relevante de actinobacterias, principalmente bifidobacterias. “Nos llamó la atención que aquellos con más bifidobacterias fueron quienes habían sido amamantados por más tiempo”.

Incluso, en diversos estudios con ratones, cuando a éstos se les da una dieta alta en grasa, bajan este tipo de bacterias. A partir de estas observaciones se ha sugerido que aumentarlas usando prebióticos o probióticos, haría obtener una mejor saciedad y, en consecuencia, provocaría la baja de peso.

Lo anterior “Ha llevado a pensar que estrategias terapéuticas como la dieta, los prebióticos, los probióticos y otras técnicas novedosas, como el trasplante de microbiota, podrían ser útiles para tratamientos metabólicos”, subrayó.

Sin embargo, sostuvo, este campo de estudio apenas empieza, pues se sabe cuáles son las bacterias, pero no si están vivas o muertas, ya que éstas se estudian en las heces, por lo que ahora se busca hacer estudios de metagenómica y metatrascriptómica, para tratar de entender la funcionalidad de la microbiota intestinal.

Sobre las tendencias actuales en esta línea de investigación, el académico advirtió que en este país tan diverso, se busca saber si la microbiota es igual en el norte, en el centro o en el sur, lo que permitirá conocer cómo influye en la prevalencia de obesidad en las distintas regiones de México. “La microbiota instestinal no puede ser manejada como un sistema universal; se deben realizar estudios específicos para cada población”, concluyó.

Samuel Canizales dictó la conferencia Microbiota intestinal: ¿la nueva fórmula contra la obesidad? en el Auditorio B de la FQ, en donde ofreció un amplio panorama acerca de los trabajos en torno a este tema, como parte de los seminarios organizados por la Secretaría Académica de Investigación y Posgrado (SAIP) de la Facultad, en donde estuvo presente su titular, Felipe Cruz García.